Tipos de arrendamiento en Uruguay: opciones y claves para elegir

En Uruguay, el arrendamiento es una de las formas más habituales para acceder a una vivienda, un local comercial o un terreno. Sin embargo, no todos los contratos son iguales: la ley distingue varias modalidades, cada una con características, derechos y obligaciones específicas que es importante conocer antes de firmar.


Principales tipos de arrendamiento

  1. Arrendamiento de vivienda urbana Es el contrato más común, regulado principalmente por la Ley de Arrendamientos Urbanos y Suburbanos (N.º 14.219 y modificativas). Puede ser a plazo fijo o indeterminado y establece el uso exclusivo para vivienda. La renta se paga generalmente en moneda nacional, y existen reglas especiales para el ajuste de precio, garantías y plazos de desalojo.
  2. Arrendamiento comercial Utilizado para alquilar locales, oficinas o espacios destinados a actividades económicas. Tiene mayor flexibilidad contractual y permite negociar libremente la duración, el monto del alquiler y las condiciones de rescisión, siempre que no se vulneren derechos básicos de las partes.
  3. Arrendamiento rural Regido por la Ley N.º 16.223, está destinado a la explotación agrícola, ganadera o forestal. Estos contratos suelen tener plazos más largos y contemplan aspectos productivos, mejoras en el predio y obligaciones ambientales.
  4. Arrendamiento financiero (leasing) Una modalidad donde el arrendatario paga por el uso de un bien —que puede ser inmueble o mueble— con la opción de adquirirlo al finalizar el contrato. Es común en operaciones empresariales y en financiamiento de maquinaria o vehículos.
  5. Arrendamiento a través de fideicomiso o agencias públicas En los últimos años, el Estado y organismos como la Agencia Nacional de Vivienda han impulsado arrendamientos con condiciones especiales para facilitar el acceso a la vivienda, incluyendo subsidios y garantías simplificadas.

En todos los casos, la clave está en leer cuidadosamente el contrato, entender las cláusulas sobre duración, precio, reajustes y garantías, y asesorarse profesionalmente. Un arrendamiento bien pactado no solo evita conflictos, sino que asegura tranquilidad y confianza para ambas partes.

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